El consumo abusivo de sustancias adictivas tales como el alcohol, marihuana, hachís, anfetaminas, cocaína, spid, heroína, nicotina, etc. constituye uno de los problemas mas acuciantes en nuestra sociedad actualmente.
Las últimas investigaciones sobre el efecto que dichas sustancias producen en el cerebro demuestran que el abuso de las mismas termina produciendo daños en diferentes partes del mismo llegando a desarrollar una enfermedad llamada adicción.
Una adicción es una enfermedad grave del cerebro porque destruye a la persona y afecta muy negativamente al entorno de la misma. Su desarrollo es insidioso, el sujeto no se da cuenta de que se va desarrollando poco a poco. Una vez que se ha desarrollado es crónica, el paciente solo puede aspirar a contenerla pero no a curarla y suele cursar con recaídas.
Las últimas investigaciones científicas señalan amplias zonas del cerebro dañadas en las personas que han desarrollado un trastorno adictivo. Las zonas dañadas están relacionadas con varias estructuras cerebrales, las más importantes tienen que ver con los circuitos de la recompensa (Núcleo Accumbens) y con las zonas ejecutivas o de la decisión (Corteza prefrontal), al estar dañadas estas zona, el sujeto actúa como si tuviera un cerebro secuestrado que consume aunque haya decidido no hacerlo más.
La adolescencia es una etapa especialmente vulnerable para esta problemática, es la etapa en la que en nuestra cultura empiezan los primeros consumos de alcohol, tabaco y, algunas veces, de otras sustancias tales como los porros, pastillas e incluso la cocaína.
La relación con los iguales es decisiva en este tipo de experiencias, el adolescente necesita pertenecer al grupo de iguales y esto le puede llevar a hacer lo que en el grupo al que pertenece se haga. El deseo de experimentar cosas nuevas y de diferenciarse con respecto a los mayores puede ser otro factor importante. A la vez el cerebro del adolescente no ha terminado de mielinizarse y esto hace que la toma de decisiones sea menos reflexiva y más impulsiva en esta etapa de la vida.
El abuso de sustancias produce a corto plazo cambios significativos en la conducta del adolescente tales como empeoramiento en el carácter hacia conductas más agresivas, fracaso escolar, absentismo escolar, distanciamiento de los padres, etc.
Cuando existe una vulnerabilidad genética el abuso de sustancias continuado puede desembocar en una adicción.
Desde la psicología se puede hacer mucho tanto en el terreno de la prevención como del tratamiento una vez que la enfermedad se ha desarrollado.